14 de febrero de 2011

BALADA DE LAS VENTITRES GINEBRAS


No lo sabes pero está ahí. Apenas levanta dos palmos del suelo, puede ser un cocker spanien o un offenpinsher, da igual, mi amigo acaricia a todos los perros. Lo hace siempre. Le pregunto, en un guiño, por qué no hace otro tanto con las personas. Entonces para celebrar que hoy va a llover, me invita a un restaurante donde nos sirven merluza flambeada y setas, porque no está mal la amistad a la hora de comer. Tampoco lo es más tarde, cuando a la sombra de un avión fantasma (EC-BAR) nos sobrevuela la primera Bombay Zapphire, con mucho hielo y limón exprimido. Nadie ha pedido tónicas ¿no?. Pues no. Mi amigo me aclara que sí, que acaricia a las personas, preferiblemente del sexo femenino y que deberíamos abrir un blog que llevase por nombre "el tocador de señoras". A estas alturas de la tarde la lluvia se hace presente y a través del visillo la contemplamos con cierto embeleso.
Y es que embeleso termina bien, termina como beso, como queso, casi como rezo.
Llegan hermosos mensajes al móvil. Nos felicitamos por la felicidad. Porque hoy los dardos no duelen y la piel se marca, sólo, por el contacto de nuestros abrazos pizzarros.
Más tarde en la calle, y creo que era realmente tarde, fuímos dos figuras que se hacen pequeñas a través de la lluvia.
Cantamos afinados y a coro, la balada de las ventitrés ginebras, que es canción de gran belleza y de marinos.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

La lluvia siempre es un gran escenario para los grandes momentos, lo tiñe todo de poesía, como una acuarela...la echaba de menos, y mi domingo fue de nieblas en la montaña, de blanco, verde y gris... Besos.

Ciel

Nares Montero dijo...

Mencanta!
Y "el tocador de señoras" me parece una idea estupenda! ;)

Te veré mañana?
Besos
N

wolf dijo...

Es curioso Ciel, la lluvia y tú también estábais presentes, de ambas formas y todas. Besos

Claro Nares, mañana Taller, a lo mejor puedes aportar objetos al "tocador de se...". Gracias.
Besos

Sulleiro dijo...

Un par de buenas ginebras, charladas despacio con un conversador bienamado -en un pub oscuro frente al vental por donde resbala la lluvia- es un placer que difícilmente se obtiene con tan pocos elementos.

Es verdad que soy de acariciar perros y niños, y aficionado a tocar señoras, especialmente si es la mía, que es una gloria para los tocamientos impíos.

Nada me impediría, creo, tocar señores, aunque fui educado -adiestrado más bien-en el mayor repudio al pecado nefando, que no debe ser muy nefando a juzgar por la satisfacción con la que tanta gente lo disfruta. Lo que sucede es que la vida me ha enseñado, entre otras cosas:

1.- Las señoras huelen mucho mejor que los señores.
2.- Las señoras son encantadoras cuando utilizan la piel para decirnos algo.
3.- Demasiados señores que utilizan el cuerpo para decirnos algo, lo hacen a base de estacazos.

Y, finalmente, sí: me gustan los cielos nublados, pero, como soy gallego, son cielos que me dejan un sentimiento que no sé cómo se llama.

Haremos eltocadordeseñoras, y beberemos ginebra fría en Madrid, o vino caliente cerca del Rhin, o... ¡Grapa helada en el Adriático!

Abrazos para el angélico Lobo húngaro, para nôtre Ciel y para el compañero o compañera Montero.

Sulleiro

Nares Montero dijo...

objetos? qué tipo de objetos podría aportar yo a tal tocador? ;)
mañana me cuentas!
muá!