18 de junio de 2015

Let it be… el Ashram de los Beatles. De mi vida en un Ashram.

No viví la revolución hippie, ni gusté de la música Beatles, era más Rolling, pero la estancia en Rishikesh me invitaba a visitar el lugar donde los músicos ingleses se reunieron con Maharishi y dieron lugar a cierta moda espiritual en occidente. Los seguidores de Maharishi, que practicaban la meditación trascendental, en ocasiones son conocidos como Hare Krishna, aunque ese término en India no se utilice (todos somos Hare Krishna me aseguró un amigo hindú, seguimos a Krishna…). El lugar está debidamente señalizado bajo una serie de letreros que anuncian locales más modernos. Al aproximarte cruzas sobre regueros secos que en la estación monzónica se convertirán en aliviaderos para que el agua alcance el río. Frente al Ashram un ligero desnivel conduce a una playa fluvial y a
un recogido espacio abierto, en el que bajo una higuera sagrada, se reúnen meditadores de todo tipo. Las puertas del lugar, en apariencia deshabitado, permanecen entreabiertas y al parecer una comunidad de guías pobres se ofrece a enseñarte sus ruinas, a cambio de unas rupias. Me advierten que mejor no me interne solo en el interior. En ese momento acuden a mi memoria la ruinas de un imperio de alguien levantó, pretextando espiritualidad, hasta hacerse inmensamente rico. Sé que Maharishi terminó sus días en un palacio holandés rodeado de fieles discípulos de origen acaudalado. No quiero aventurar ningún juicio ni prejuzgar en este espacio, que en ocasiones, desalentado, encuentro que es un gran parque temático del Yoga. He presentido, cuando no vivido abiertamente, el impacto lacerante de la espiritualidad del lugar y de tantas personas acercándose al río a realizar abluciones, para estrechar los lazos humanos y con los dioses, de un lugar donde los árboles son rodeados de hilos de colores y todos los animales respetados, que Rishikesh merece la consideración de santa, pese a que en ocasiones nos visite el huésped incómodo del desencanto.
Hoy, después de algo más de dos semanas, no he acudido a la primera práctica. Mi mente se ha revelado, arrastrando a mi cuerpo a permanecer en la cama. En la calma. Quizá no practicar esta mañana me ha inundado de pensamientos largo tiempo larvados. El descreído occidental ha salido de paseo.
Harrison practicó con su sitar en estos parajes, Lenon, Mc Cartney compusieron parte del albúm blanco entre la paredes derruídas que contemplo. Todos aparecen sonrientes en la foto, sobre una lujosa alfombra.
Let it be me digo, déjalo estar. Alguien, como refiere Colinas en su "Sepulcro en Tarquinia" habitó estos lugares ahora presos de una vegetación que todo lo ocupa y que una vez más nos devuelve a nuestra insignificancia.