"¿Qué hicieron los hijos de Pandu y mi gente cuando se hallaban reunidos, impacientes por luchar, en la llanura sagrada de Kurushetra, oh Samjaya?
Guita, I, 1.
Esta mañana realizo la Serie de Rishikesh (asanas o posturas), en Rishikesh. Durante años he realizado esta secuencia de movimientos, denominada serie de Rishikesh, en distintos lugares, con mi esterilla al hombro: delante de un albergue en Salamanca, en el patio de una casa de pueblo, en Berlín, sobre la playa, en la Sala de Yoga, en mi habitación…pero hoy las estoy experimentando en Rishikesh ("un asana es un recipiente para una experiencia" dice Leslie Kaminoff). Percibo que el circulo, cuya centro está en todas partes y cuya circunferencia no se haya en parte alguna, se cierra. Algo como un adiós a la soledad del círculo. Todo se completa en este lugar. En el lugar donde se creó la serie: ¡he realizado la serie: en Rishikesh!. Percibir, tomar consciencia desde la emoción de este acto sencillo, ha sido una epifanía, una revelación, formé parte de su movimiento, en el lugar que lo inspiró.

Sospecho estar realizando un gesto repetido, respetado, cada poco tiempo entran y salen fieles que curiosean las figuras, realizan el saludo de Namasté, juntando las palmas de las manos sobre el pecho, que arrojan monedas o algún billete usado.
Todo brilla, las baldosas hidráulicas del suelo, grises, rojas, negras, el cielo abierto, las paredes y nada está especialmente limpio, el lugar parece encerado y sucio. De mi lectura, de la abstracción, de mi contemplación me saca una melodía antigua y conocida, parece vibrar la luz dentro, al guardián del templo le suena el teléfono móvil.
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