27 de mayo de 2011

Mi almohade y yo

Y como ayer dieron los Premios Charcolive, me vine corriendo para Madrid a recoger mi almohade de finalista (de huesos de aceituna carbonizados, también denominados güitos). Es el caso que luego me apunté sin darme cuenta a la cena de los poetas (¡Gracias Rafael, gracias Jesús!) y llegué tarde para probar el premio con un mínimo de conciencia adecuada. Así que...

Sí amigos, la están probando Melody y Ernie. Ya nos contarán...

Por cierto el poema me quedó muy bien leído (si es que una buena lectura salva cualquier cosa... gracias Roberta por tus comentarios.)

3 comentarios:

wolf dijo...

Anaís ha dejado un nuevo comentario en su entrada "Mi almohade y yo":

Observo buena compañía :D

Almohada, aceitunas, sueño. Me has hecho recordar un breve poema que escribí hace tiempo y que tenía casi sepultado. Dice así:


OLIVAS

Déjame que alcance las hojas. Déjame
que el aceite murmure
en mis dedos su canción de oro.
Es la música futura,
el líquido metal de los campos...
El frenesí constante.
Déjame beber este momento,
rodeada de la materia y las formas que adopta
bajo el gobierno de las nubes.
Esas nubes que conocen los designios.
Las nubes.


Ana Isabel Trigo

(Para Lobo, esperando su poema almohada)

wolf dijo...

Como viene siendo ya casi un hábito, entre publicar y suprimir va mi dedo tonto. Tu poema es mucho más lírico y tiene más nubes... Aquí va el mío, con perdón:

INSOMNIUM


To Sir John Moore



…nosotros estaríamos lejos sobre las olas…

Charles Wolfe




Hamlet es un idiota
me repito cansado,
habitando los colores más crueles,
primero los de papel de periódico
para a continuación
dormir despierto o breve.

En mi insomnio hay alguien que está llegando
y que se esconde en las bragas sucias,
que me escamotea los años felices,
a todas las mujeres en los cómics.

Dentro del insomnio los generales
mueren solos y con su gloria envueltos
tras las salvas, mal nutridos de himnos
me miran decepcionados, sonríen.

Cuántos dientes sobre las olas muerden
los días de levante, levantando
prisiones para los pechos inciertos,
para los lobos marinos que aúllan.

Breve es la noche del amante torpe
abrazado a su sombra, y sin límites
la del postrado que se goza solo,
su oficio en tinieblas, su quehacer blanco.

Dejad a los perros ladrar, señor,
señora, apostatas de columpio,
fornicadores de agua de valencia
venid a mis brazos, ¡tengo tanto amor!
que os amo por vuestro ladrido incluso
que os amo, cuánto cuando.

Anaís dijo...

Tu poema es excelente, sugestivo, complejo.
Denso como el insomnio. Posee un paisaje muy original, unas imágenes rotundas:

"Cuántos dientes sobre las olas muerden
los días de levante, levantando
prisiones para los pechos inciertos,
para los lobos marinos que aúllan."

"y sin límites
la del postrado que se goza solo,
su oficio en tinieblas, su quehacer blanco."

Y muy llamativo: "apóstatas de columpio".

Merece un espacio en mi blog, por eso le he dedicado mi última entrada. Yo también participé en el concurso Charcolive con un poema en tres tiempos titulado REM, pero no era tan bueno como el tuyo y los ganadores.

Abrazondulante
(como esas olas, tus olas)