11 de julio de 2011

Fragmentos de un epistolario

No sé por qué has eliminado tu última entrada del blog, aunque barrunto que será por Wilde: uno mata siempre aquello que ama, el valiente con una espada, el cobarde con la pluma. Llevo tanto tiempo haciéndolo que podría poner un taller de matar lo que se ama (TMQA) y sé reconocerlo. Me quedo con la versión personalizada que me has regalado: la dulce costumbre del café doble con tus textos. 
Se elige a los interlocutores por sus armas.
Una conocida nuestra dijo, ¿con acierto?: eso que tienes se llama soledad y no tiene cura.
Me dices: vive sin ahorrar nada. ¡Es que lo he gastado todo! y aunque sabemos de su mentira,  he recibido muy bien al peso. A veces el envoltorio hermoso: en los blancos papeles encerados de la infancia: humedad y sus confines.
Me hablas de tentaciones vencidas. Ese puede ser un nombre: aceptar que lo lineal puede devenir esférico, epistolar y Wilde.
Está recién lavada la porcelana azul con su nombre de calle exacta, este verano. Habrá que ponerle nombre al resto de las cosas. Nombres que digan río o lluvia.

Termino de hablar con la playa,  con quienes allí están.  Me ha invadido la urgencia de la cerveza. Diría aquello de días extraños si todos ellos no se hubiesen constituido  en una sucesión. Como quién no termina nunca con una reforma religiosa, la brevedad, el caos, el ocaso. Afectuosamente acabo.


2 comentarios:

Sulleiro dijo...

A veces, escribimos historias arrastrados por la falsa piedad hacia uno mismo -al que uno es ahora y al que fue entonces-. Nos engañamos, fantaseando con que el relato agrieta la soledad. Pero es mentira. Y, después, sentimos la vergüenza de haber desnudado un dolor ante el ajeno. Los que deben verlo, como tú, ya lo han visto. Los demás tienen bastante desconsuelo velando sus propias penas.

Te abraza, el Sulleiro

wolf dijo...

Todo vagamente Epístola Moral a Fabio, velando hasta que el tiempo se muera en nuestros brazos. Si al menos me diese para tercetos encadenados...espero no haberte hecho pasar por mi veguenza como por otro Rubicón.
Abrazos son.