27 de junio de 2011

Una tarde en la Residencia (de estudiantes)



El mundo pequeño que manejo no es casual, es causal. A veces serendípico (ver serendipity en H. Walpole).  Hace escasas fechas, tras de una hermosa paella en Paniza, la sobremesa sobrevoló de un tema a otro hasta recalar en la Residencia de Estudiantes de la calle Pinar. Bien poco se me barruntaba a mi, que unos días después volvería a ella y con el objeto de la presentación de un libro. De idéntica forma que cuándo colgué la histórica foto del artículo anterior, no pensaba que me encontraría frente al responsable, de que aquellos dos adolescentes posaran en un canal del Garonne á Toulouse.
Rara vez cuelgo nombres propios en este blog, por considerarlo impropio, que debe ser paradoja. Pero después de los abrazos con Javier Pérez Bazo...
La tarde estaba apretada de calor y los edificios de ladrillo de la Residencia. Nada más entrar me he encontrado en una mesa a Javier (que habrá que decirlo fue el inoculador del veneno poético de mis irredentos acentos en quinta, asunto que nadie ha conseguido reparar aún). Me ha recibido el brillo en sus ojos, en los míos el límite con la humedad (hace 17 años...) y la alegría del contagio. Una urgencia gozosa, la metáfora feliz. Me he introducido en la sala del piano como quien va a asistir a su "Litúrgica labranza".
Poco después por razones de protocolo de una fundación bancaria, responsables de la edición y , por prescripción de una de sus azafatas (fea y  cuyo pantalón trasparentaba unas bragas feas) he iniciado un peregrinaje por asientos varios, hasta ser depositado en uno donde reposaba:  ¡el ejemplar que desde ese instante poseo!. Jamás de los jamases banco alguno hiciera tan buen presente a fin de mes. En el asiento ponía reservado, no sé, sería para mí.
Y luego aconteció la magia. Para quién no conozca a Javier, decirles que es un seductor de la palabra, que se apoya en todo el peso del tuétano del alma, que... Yo, a ese hombre ¡le adoro! Y no sólo porque desgranase a Juan Chabás (que para eso es la máxima autoridad y heredero universal), la generación Vabum y la generación Majo, que invitase, nos invitase a un viaje a las vanguardias de este país, cuándo eran. La imagen más conocida de nuestra poesía, a ver Sevilla... tercer centenario de quién...? y hoy es ¡27, en la Residencia!. Los recuerdos de Aleixandre y Alberti y Cernuda (malhumorado toda su vida con Chabás por su reseña de "Perfil del aire") y Pepín Bello, Maeztu. No, no sólo eso. La tarde ha estado salpicada de guiños, que no era el único al que llevabamos tanto tiempo sin ver. Hastan se han citado las últimas y enigmáticas palabras del progenitor de Sabina, antes de morir: ¿En qué gastarán tanto dinero las Diputaciones provinciales?
Y de ahí al déjenme terminar con esto y lo otro y:

En dilatadas horas de marea en retirada y quebrado el hombro por el peso de impúdicas sinrazones, permítame el lector que me dedique a mí mismo el aliento de este libro con una pizca de ternura.
Y también a cuántos cuidan mi vigilia. Y a quién, muy obstinada, logre hacer transparentes las aguas removidas de nuestra existencia."


En el libro llevo una dedicatoria que el impudor me dice guardar, pero no puedo resistirme a esta línea:
"sabes que tanto tiempo sin versos ha servido para quererte aún más".
Lo dicho, yo, a ese hombre ¡le adoro!


Juan Chabás. Testigo de Excepción. Crítica Periódica sobre literatura de Vanguardia. Introducción y selección de Javier Pérez Bazo. Colecc. Obra Fundamental. Fundación Banco de Santander.¿Qué le vamos a hacer?


7 comentarios:

Sulleiro dijo...

Desde que, en 1915, se mudó a su actual emplazamiento, en la calle Pinar, la Residencia de Estudiantes ha sobrevivido a todo género de actos y presentaciones literarias, lo que prueba la firmeza de sus cimientos krausistas.

El jardín fue obra de Juan Ramón Jiménez, que no sólo plantó los árboles, sino que escribió "La Colina de los Chopos", convirtiendo en poemas aquel bosquecillo donde, precisamente, conoció a su futura esposa, Zenobia Camprubí.

Para mucha gente, la Residencia es el piano de Lorca, o las fotos de Dalí asomado a la balconada de "El Transatlántico", la cara de Buñuel Pero, en realidad, la Residencia fue mucho más: fue el formidable laboratorio del doctor Negrín y los impagables trabajos de Miguel de Unamuno, Alfonso Reyes, Manuel de Falla, Juan Ramón Jiménez, José Ortega y Gasset, Pedro Salinas, Blas Cabrera, Eugenio d'Ors o Rafael Alberti.

La Residencia, fundada por el gran don Alberto Jiménez Fraud, fue uno de los goznes sobre los que giró, a primeros de siglo, la puerta de España a la Cultura. No en vano fue lo primero que desmanteló el régimen fascista de Franco, junto con el Ateneo y otras instituciones de similar naturaleza.

Es verdad que hablamos de la Residencia en una estupenda comida en el restaurante "Paniza" con el Lobo y otras amistades. Por ello os exhorto con toda mi vehemencia -que no es mucha a mi edad- a que vayáis a comer, o a cenar, a la Residencia (es aseada, honesta y económica). Y que toméis, después, unas buenas copas frente al jardín donde aún se levantan los hermosos chopos que plantó Juan Ramón Giménez.

Un tal Sulleiro

wolf dijo...

Gracias Sulle, soy un "reseñista" fatal. Al menos la de la Residencia ya la has hecho tú. Tengo que ocuparme seriamente de la que se merecen Javier Pérez Bazo y Juan Chabás, en ¿otro momento?
Me he quedado en la crónica emocional y gamberra.
Por cierto cualidades que debo cultivar más :) O no.
El recuerdo entre profesores y alumnos, nos hace jóvenes en cuanto se comparte. Divino tesoro.
Abrazos Chabás

Anónimo dijo...

Al habla las otras amistades, primera paella en Paniza y CO: leyendo todo esto mis ganas de pisar susodicha residencia crecen y crecen. Sulle habla tan bien del jardín, de la colina de los chopos y de tantos personajes a cual más estupendo, que una no es de piedra. Se me viene a la mente el combinado Dalí, Buñuel, Unamuno, Ortega Y Lorca y esto es un no parar, así que en cuanto pueda me personaré allí, con mi bolso roto y mis enormes gafas de sol.

Me encanta el apunte del estepario: "El mundo pequeño que manejo no es casual, es causal", no creemos en las casualidades, y ese mi pequeño mundo, se rige por la misma ley. Qué hermosos son los reencuentros, qué feos los pantalones de la azafata, y su cara también.

Besos causales e inesperados. Ciel.

Sulleiro dijo...

No se hable más. Cualquier noche que afloje la "caló", nos hacemos una cena en la Residencia,y, después, una copa frente a los chopos. El Lobo y nosotros ofrecemos alojamiento, llegado el caso.

Yo me comprometo a no hablar más de media hora sobre J. Fraud, Salinas y el krausismo, y el Lobo, a cambio, nos ilustrará sobre Chabás.

Besos muy calurosos.

wolf dijo...

¡Buenos días! Sí algo habrá que hacer en la Residencia... Ciel, como siempre tan inesperadamente acertada ¡qué fea te parece también la azafata!
Sobre Chabás me voy a convertir, con permiso de Javier, en un alumno aventajado.
¡Os abraza un día feliz!!!

Anónimo dijo...

Sulle, de Salinas habla todo lo que quieras, que lo adoro y de Chabás no sé nada, así que cuanto más nos ilustre mejor. Lo del alojamiento es buena y agradecida idea, así que cuando deseen vuesas mercedes propongan una fecha.

Supongo Sulle, que ahora con el calor sí que estarás bien afincado en tu estupendioso salón, tengo aquí a mi lado un libro titulado: "Jacques Lacán, el objeto del pscoanálisis", no digo más, y debajo de ese están: "Freud y la cuestión sociopolítica", "La aplicación del psicoanálisis a la investigación histórica" y otros. Como ves, la cosa promete, y mis lecturas veraniegas también.

Besos universitarios de Ciel.

Sulleiro dijo...

Lo que hacer quedada con noctámbulas prolongaciones, desayuno incluido, cuando ustedes quieran, salvo el finde del 9 de julio, que tendremos alojados en casa a un regimiento catalán.

Ya sabéis que el Lobo y las fieras toledanas siempre tienen acomodo -y aire acondicionado- en casa.

Más vale que el Lobo hable sobre Chabás, porque servidor tiene dos pasiones desmesuradas: una es por don Manuel Azaña -de quien tengo hasta su historia clínica- y la otra por don Pedro Salinas.

Todos los que me conocen saben bien que jamás deben citarse tales nombres en mi presencia, so pena de que nadie pueda hacerme callar en menos de doce horas, y recurriendo a la anestesia general.

Sobre Pedro Salinas te recomendaré dos libros imprescindibles: su primera correspondencia con Margarita Bonmatí, que fue su esposa; y una correspondencia descubierta hace pocos años con Katherine Whitmore, su clandestino amor de la madurez.

De todo ello podremos beber, digo hablar, cuando y don el Lobo nos convoque, dado que es él único de nosotros que usa pitillera y agenda.

Besos para todos los húngarios del

S.