6 de marzo de 2012

desde mi diván

ya está hecho, he abandonado los miedos de la infancia a la obscuridad, los de la adolescencia a las chicas y los de la edad adulta al infarto, con el aplomo de un aqueo asaltando una playa desde su cóncava nave, y una pequeña ayuda de una amiga, me he conectado a internet, he realizado la búsqueda, me he sumergido por los intrincados y sinuosos caminos de la administración y por fin, de pronto, sin más, porque sí, está hecho

el viernes después de quince años y un día, de soportar el desdén y la burla de los míos, al fin con toda la vergüenza en la cara, he solicitado que me realicen ¡una analítica!, bendita sea la sangre derramada, la mía en este caso en probetas supongo, si no es que la recogen en paños o en las cuencas de las manos para luego... quién sabe
necesitaré doctores en esta industria para descifrar el cálculo de mis hematocritos, la dulzura de los blastocitos y aún el humor de los glóbulos si es que algo de éso arroja mi sangre y no son cosas propias de otras especies más voluntariosas

en fin, haya paz, ya está hecho



3 comentarios:

Anaís dijo...

Bien por ti. Todo irá bien, ya verás.

Con los pasajeros de nuestra sangre se podría escribir un poema, ¡son tan diversos y grandilocuentes! Pero sobra el blastocito. Esta palabreja define a un embrión de 5 días aproximadamente.

Me ha gustado tu reflexión sobre la anatomía de los miedos. Hace pensar en los propios, como una mochila cargada de arena.

Resulta liberador sentarse en el diván.

¡Un abrazoceres y buena suerte!

wolf dijo...

JoooH! yo querría algún blastocito para mi sangre, bastoncillos pequeños, blancos (se me figuran flotando)…me había encariñado!…
Gracias!
Abrazosanguine!

Anaís dijo...

¡Abrazosanguine y besos a tus hematíes y leucocitos!